Enrique Méndez de Hoyos

Enrique Méndez de Hoyos captura una serie de fotografías en entornos naturales que juegan con la presencia-ausencia humana. De este proceso obtiene representaciones en blanco y negro que luego trabaja de forma digital, para incrustar en ellas figuras y formas de apariencia fantasmagórica: siluetas antropomorfas que se dejan ver como sombras de colores, vacíos de tonos verdes que atraviesan el paisaje. Como si rasgara la pintura negra de una pared para descubrir trazos de crayón fosforescente debajo, el artista abre un hueco en la superficie de la representación, y revela que se encuentra sostenida por un andamiaje digital. Una pantalla verde. Las fotografías de la exposición se componen, así, bajo una lógica de estratos o capas: el del entorno natural al que apelan, el del estrato digital que asoma, el de lo artístico o cultural que la propia imagen comporta. Los títulos de las piezas refuerzan esta última capa, pues hacen guiños a obras, movimientos y artistas que han trabajado con el paisaje o la idea de naturaleza: Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm o el Animalismo de Joseph Beuys. Y precisamente porque los estratos se dan en la unidad de la imagen, resulta complejo dilucidar hasta dónde llega uno y comienza el siguiente. ¿Dónde termina el retrato del mundo natural —sus bosques y sus aves—, y comienza el paisaje? ¿Podemos distinguir entre la fotografía de un ave, la imagen de la sombra de ésta, y un ave que fue creada a partir de una pantalla verde? ¿Es posible señalar el sitio donde termina la fotografía y comienza su sentido? La serie fotográfica de Méndez de Hoyos indaga en los conceptos de naturaleza y cultura; se columpia entre uno y otro para detenerse en la imagen, sitio donde ambos se entrelazan. Fábulas de la máquina antropológica, el filme en exhibición, refuerza y redondea esa indagación. En él parece representarse —en clave de farsa— una mitología sin un claro anclaje geográfico”. Texto: Bárbara Cuadriello Arturo Delgado, Curador.

Enrique Méndez de Hoyos captura una serie de fotografías en entornos naturales que juegan con la presencia-ausencia humana. De este proceso obtiene representaciones en blanco y negro que luego trabaja de forma digital, para incrustar en ellas figuras y formas de apariencia fantasmagórica: siluetas antropomorfas que se dejan ver como sombras de colores, vacíos de tonos verdes que atraviesan el paisaje. Como si rasgara la pintura negra de una pared para descubrir trazos de crayón fosforescente debajo, el artista abre un hueco en la superficie de la representación, y revela que se encuentra sostenida por un andamiaje digital. Una pantalla verde. Las fotografías de la exposición se componen, así, bajo una lógica de estratos o capas: el del entorno natural al que apelan, el del estrato digital que asoma, el de lo artístico o cultural que la propia imagen comporta. Los títulos de las piezas refuerzan esta última capa, pues hacen guiños a obras, movimientos y artistas que han trabajado con el paisaje o la idea de naturaleza: Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm o el Animalismo de Joseph Beuys. Y precisamente porque los estratos se dan en la unidad de la imagen, resulta complejo dilucidar hasta dónde llega uno y comienza el siguiente. ¿Dónde termina el retrato del mundo natural —sus bosques y sus aves—, y comienza el paisaje? ¿Podemos distinguir entre la fotografía de un ave, la imagen de la sombra de ésta, y un ave que fue creada a partir de una pantalla verde? ¿Es posible señalar el sitio donde termina la fotografía y comienza su sentido? La serie fotográfica de Méndez de Hoyos indaga en los conceptos de naturaleza y cultura; se columpia entre uno y otro para detenerse en la imagen, sitio donde ambos se entrelazan. Fábulas de la máquina antropológica, el filme en exhibición, refuerza y redondea esa indagación. En él parece representarse —en clave de farsa— una mitología sin un claro anclaje geográfico”. Texto: Bárbara Cuadriello Arturo Delgado, Curador.

Enrique Méndez de Hoyos captura una serie de fotografías en entornos naturales que juegan con la presencia-ausencia humana. De este proceso obtiene representaciones en blanco y negro que luego trabaja de forma digital, para incrustar en ellas figuras y formas de apariencia fantasmagórica: siluetas antropomorfas que se dejan ver como sombras de colores, vacíos de tonos verdes que atraviesan el paisaje. Como si rasgara la pintura negra de una pared para descubrir trazos de crayón fosforescente debajo, el artista abre un hueco en la superficie de la representación, y revela que se encuentra sostenida por un andamiaje digital. Una pantalla verde. Las fotografías de la exposición se componen, así, bajo una lógica de estratos o capas: el del entorno natural al que apelan, el del estrato digital que asoma, el de lo artístico o cultural que la propia imagen comporta. Los títulos de las piezas refuerzan esta última capa, pues hacen guiños a obras, movimientos y artistas que han trabajado con el paisaje o la idea de naturaleza: Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm o el Animalismo de Joseph Beuys. Y precisamente porque los estratos se dan en la unidad de la imagen, resulta complejo dilucidar hasta dónde llega uno y comienza el siguiente. ¿Dónde termina el retrato del mundo natural —sus bosques y sus aves—, y comienza el paisaje? ¿Podemos distinguir entre la fotografía de un ave, la imagen de la sombra de ésta, y un ave que fue creada a partir de una pantalla verde? ¿Es posible señalar el sitio donde termina la fotografía y comienza su sentido? La serie fotográfica de Méndez de Hoyos indaga en los conceptos de naturaleza y cultura; se columpia entre uno y otro para detenerse en la imagen, sitio donde ambos se entrelazan. Fábulas de la máquina antropológica, el filme en exhibición, refuerza y redondea esa indagación. En él parece representarse —en clave de farsa— una mitología sin un claro anclaje geográfico”. Texto: Bárbara Cuadriello Arturo Delgado, Curador.

Enrique Méndez de Hoyos captura una serie de fotografías en entornos naturales que juegan con la presencia-ausencia humana. De este proceso obtiene representaciones en blanco y negro que luego trabaja de forma digital, para incrustar en ellas figuras y formas de apariencia fantasmagórica: siluetas antropomorfas que se dejan ver como sombras de colores, vacíos de tonos verdes que atraviesan el paisaje. Como si rasgara la pintura negra de una pared para descubrir trazos de crayón fosforescente debajo, el artista abre un hueco en la superficie de la representación, y revela que se encuentra sostenida por un andamiaje digital. Una pantalla verde. Las fotografías de la exposición se componen, así, bajo una lógica de estratos o capas: el del entorno natural al que apelan, el del estrato digital que asoma, el de lo artístico o cultural que la propia imagen comporta. Los títulos de las piezas refuerzan esta última capa, pues hacen guiños a obras, movimientos y artistas que han trabajado con el paisaje o la idea de naturaleza: Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm o el Animalismo de Joseph Beuys. Y precisamente porque los estratos se dan en la unidad de la imagen, resulta complejo dilucidar hasta dónde llega uno y comienza el siguiente. ¿Dónde termina el retrato del mundo natural —sus bosques y sus aves—, y comienza el paisaje? ¿Podemos distinguir entre la fotografía de un ave, la imagen de la sombra de ésta, y un ave que fue creada a partir de una pantalla verde? ¿Es posible señalar el sitio donde termina la fotografía y comienza su sentido? La serie fotográfica de Méndez de Hoyos indaga en los conceptos de naturaleza y cultura; se columpia entre uno y otro para detenerse en la imagen, sitio donde ambos se entrelazan. Fábulas de la máquina antropológica, el filme en exhibición, refuerza y redondea esa indagación. En él parece representarse —en clave de farsa— una mitología sin un claro anclaje geográfico”. Texto: Bárbara Cuadriello Arturo Delgado, Curador.

Enrique Méndez de Hoyos captura una serie de fotografías en entornos naturales que juegan con la presencia-ausencia humana. De este proceso obtiene representaciones en blanco y negro que luego trabaja de forma digital, para incrustar en ellas figuras y formas de apariencia fantasmagórica: siluetas antropomorfas que se dejan ver como sombras de colores, vacíos de tonos verdes que atraviesan el paisaje. Como si rasgara la pintura negra de una pared para descubrir trazos de crayón fosforescente debajo, el artista abre un hueco en la superficie de la representación, y revela que se encuentra sostenida por un andamiaje digital. Una pantalla verde. Las fotografías de la exposición se componen, así, bajo una lógica de estratos o capas: el del entorno natural al que apelan, el del estrato digital que asoma, el de lo artístico o cultural que la propia imagen comporta. Los títulos de las piezas refuerzan esta última capa, pues hacen guiños a obras, movimientos y artistas que han trabajado con el paisaje o la idea de naturaleza: Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm o el Animalismo de Joseph Beuys. Y precisamente porque los estratos se dan en la unidad de la imagen, resulta complejo dilucidar hasta dónde llega uno y comienza el siguiente. ¿Dónde termina el retrato del mundo natural —sus bosques y sus aves—, y comienza el paisaje? ¿Podemos distinguir entre la fotografía de un ave, la imagen de la sombra de ésta, y un ave que fue creada a partir de una pantalla verde? ¿Es posible señalar el sitio donde termina la fotografía y comienza su sentido? La serie fotográfica de Méndez de Hoyos indaga en los conceptos de naturaleza y cultura; se columpia entre uno y otro para detenerse en la imagen, sitio donde ambos se entrelazan. Fábulas de la máquina antropológica, el filme en exhibición, refuerza y redondea esa indagación. En él parece representarse —en clave de farsa— una mitología sin un claro anclaje geográfico”. Texto: Bárbara Cuadriello Arturo Delgado, Curador.

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Enrique Méndez de Hoyos captura una serie de fotografías en entornos naturales que juegan con la presencia-ausencia humana. De este proceso obtiene representaciones en blanco y negro que luego trabaja de forma digital, para incrustar en ellas figuras y formas de apariencia fantasmagórica: siluetas antropomorfas que se dejan ver como sombras de colores, vacíos de tonos verdes que atraviesan el paisaje. Como si rasgara la pintura negra de una pared para descubrir trazos de crayón fosforescente debajo, el artista abre un hueco en la superficie de la representación, y revela que se encuentra sostenida por un andamiaje digital. Una pantalla verde. Las fotografías de la exposición se componen, así, bajo una lógica de estratos o capas: el del entorno natural al que apelan, el del estrato digital que asoma, el de lo artístico o cultural que la propia imagen comporta. Los títulos de las piezas refuerzan esta última capa, pues hacen guiños a obras, movimientos y artistas que han trabajado con el paisaje o la idea de naturaleza: Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm o el Animalismo de Joseph Beuys. Y precisamente porque los estratos se dan en la unidad de la imagen, resulta complejo dilucidar hasta dónde llega uno y comienza el siguiente. ¿Dónde termina el retrato del mundo natural —sus bosques y sus aves—, y comienza el paisaje? ¿Podemos distinguir entre la fotografía de un ave, la imagen de la sombra de ésta, y un ave que fue creada a partir de una pantalla verde? ¿Es posible señalar el sitio donde termina la fotografía y comienza su sentido? La serie fotográfica de Méndez de Hoyos indaga en los conceptos de naturaleza y cultura; se columpia entre uno y otro para detenerse en la imagen, sitio donde ambos se entrelazan. Fábulas de la máquina antropológica, el filme en exhibición, refuerza y redondea esa indagación. En él parece representarse —en clave de farsa— una mitología sin un claro anclaje geográfico”. Texto: Bárbara Cuadriello Arturo Delgado, Curador.

Enrique Méndez de Hoyos captura una serie de fotografías en entornos naturales que juegan con la presencia-ausencia humana. De este proceso obtiene representaciones en blanco y negro que luego trabaja de forma digital, para incrustar en ellas figuras y formas de apariencia fantasmagórica: siluetas antropomorfas que se dejan ver como sombras de colores, vacíos de tonos verdes que atraviesan el paisaje. Como si rasgara la pintura negra de una pared para descubrir trazos de crayón fosforescente debajo, el artista abre un hueco en la superficie de la representación, y revela que se encuentra sostenida por un andamiaje digital. Una pantalla verde. Las fotografías de la exposición se componen, así, bajo una lógica de estratos o capas: el del entorno natural al que apelan, el del estrato digital que asoma, el de lo artístico o cultural que la propia imagen comporta. Los títulos de las piezas refuerzan esta última capa, pues hacen guiños a obras, movimientos y artistas que han trabajado con el paisaje o la idea de naturaleza: Le Déjeuner sur l’Herbe de Édouard Manet, Hansel y Gretel, de los Hermanos Grimm o el Animalismo de Joseph Beuys. Y precisamente porque los estratos se dan en la unidad de la imagen, resulta complejo dilucidar hasta dónde llega uno y comienza el siguiente. ¿Dónde termina el retrato del mundo natural —sus bosques y sus aves—, y comienza el paisaje? ¿Podemos distinguir entre la fotografía de un ave, la imagen de la sombra de ésta, y un ave que fue creada a partir de una pantalla verde? ¿Es posible señalar el sitio donde termina la fotografía y comienza su sentido? La serie fotográfica de Méndez de Hoyos indaga en los conceptos de naturaleza y cultura; se columpia entre uno y otro para detenerse en la imagen, sitio donde ambos se entrelazan. Fábulas de la máquina antropológica, el filme en exhibición, refuerza y redondea esa indagación. En él parece representarse —en clave de farsa— una mitología sin un claro anclaje geográfico”. Texto: Bárbara Cuadriello Arturo Delgado, Curador.